martes, 20 de febrero de 2018

EXPOSICIÓN ORAL


EXPOSICIÓN ORAL

Las exposiciones son un valioso y muy utilizado recurso didáctico, llegándose al abuso y la esterilidad del mismo. Así, muchas de las exposiciones orales de los estudiantes son confusas, largas, caren­tes de precisión, desordenadas y, sobre todo, poco productivas y provechosas, por cuanto se limitan a reproducir el contenido de los materiales impresos consultados.

A continuación, encontrarás algunas recomendaciones, basadas en las ideas expuestas en Hochman y Montero" y Sternberg, para mejorar las ponencias. Posteriormente se presenta una lista de chequeo para evaluar tan­to tus propias exposiciones como las de otras personas.

Elabora un esquema. El ponente debe elaborar un esquema de la exposición, el cual le servirá de guía, evitando que, por olvido, nerviosismo o falta de práctica, se desorganice u omita aspectos fun­damentales. En general, el esquema de una buena exposición se puede regir por el orden dado a los elementos centrales de un tra­bajo escrito; a saber: introducción, desarrollo y conclusiones.

Capta la atención de la audiencia. Es habitual que los oyentes de­cidan durante los primeros minutos si van a prestar atención a la exposición o si se van a desconectar; por lo tanto, la forma de pro­ceder en el arranque puede hacer la diferencia entre lograr el inte­rés del público o perderlo desde el principio. Una anécdota, una ocurrencia creativa, paradójica o una situación concreta relacio­nada con el tema a desarrollar pueden ayudar a atraer la curiosidad.

Da una visión de conjunto. Al comenzar una exposición es conve­niente hacer un avance del contenido fundamental de la misma, desarrollar ese contenido y, al final, hacer un recuento de las prin­cipales cuestiones abordadas. Esto ayuda a la audiencia a com­prender mejor lo expuesto.

Destaca la importancia del tema. Una de las mejores formas de despertar el interés y el esfuerzo para comprender el tema expues­to es hacer que éste sea importante para la audiencia, puede ser haciéndoles ver la vigencia, utilidad o aplicabilidad de los conoci­mientos en la solución de problemas de su vida personal, social o laboral.

No improvises. Una de las peores experiencias por las que puede pasar un ser humano es tener que pararse delante de un público a exponer lo que no sabe ni tiene organizado. La audiencia se da cuenta de esta falta de preparación, no creas que los demás no se darán cuenta de tu negligencia. Una cosa es la frescura y la espon­taneidad en la exposición y otra, muy diferente, la improvisación.

Evita las muletillas. Muchos expositores quedan atrapados por el miedo al momento de hacer sus presentaciones. Una de las mani­festaciones de dicho estado emocional es el uso reiterado de algu­nas expresiones, las más frecuentes son: "estece ...", "entonces", "eeeh ...", "okey", ¿está bien? ¿verdad? y otras por el estilo; éstas no agregan información a la exposición y contribuyen a distraer la atención de la audiencia.

Se preciso en el uso del lenguaje. El lenguaje utilizado debe ser sencillo, claro y preciso. Esto se refiere a prescindir de los rodeos, la palabrería inútil y las palabras rimbombantes, con ello lo que se logra es extender las exposiciones y confundir a la audiencia. Igualmente, hay que respetar la sintaxis al hablar y, fundamental­mente, que toda palabra usada sea conocida en su alcance y signi­ficado. Muchas discusiones se originan porque no todos los inter­locutores atribuyen el mismo significado a las mismas palabras; es lo que se llama logomaquias. Una buena forma de evitar estas dis­cusiones que no van al centro de la materia tratada, es definir lo­do término que se incorpore, si se considera clave para la com­prensión del tema.

No leas. La lectura de discursos escritos se utiliza en circunstan­cias de gran esplendor y formalidad como la entrega de los premios Nobel, el ingreso de un nuevo miembro de una academia, la inauguración de un evento, entre otros. Fuera de estas situaciones, no es recomendable que una exposición oral consista en la simple lec­tura de lo previamente escrito. Escuchar una exposición que se lee directamente de un texto escrito es una de las experiencias más aburridas a que podemos exponernos. El lenguaje escrito tiene una codificación diferente al oral; por lo tanto, lo recomendable es elaborar un esquema o resumen que sirva de guía para la exposi­ción oral. Lo único permisible sería la lectura de algún concepto que quiera evitar la distorsión de la idea del autor.

En el Cuadro se presenta una lista de chequeo que puede resul­tarle útil para evaluar tus exposiciones o las de otros ponentes.

Lista de chequeo para la Exposición Oral

                          Deficiente         Regular          Bien           Excelente

D
R
B
E
1. Se guió por un esquema




2. Destacó la importancia del tema




3. Preparó la exposición




4. Evitó el uso de muletillas




5. Usó el lenguaje con precisión




6. Dio una visión de conjunto




7. Ejemplificó el contenido




8. Expuso sin leer




9. Mantuvo la atención






Criterios de evaluación:                    Puntos


1.
Existe una presentación clara y respeta la estructura de la disertación

2.
Se expresa con fluidez, coherencia y claridad utilizando un lenguaje formal y culto

3.
Desarrolla los contenidos en forma adecuada, con la complejidad y profundidad requerida por el tema 

4.
Demuestra dominio del tema y explica sin necesidad de leer

5.
Utiliza adecuadamente el lenguaje kinésico para reforzar la expresión y el mensaje.

6.
Utiliza un material de apoyo que es ordenado y es pertinente al tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Docentes y alumnos universitarios ¿Lectores y escritores exitosos?

Docentes y alumnos universitarios ¿Lectores y escritores exitosos? El mundo actual vive una serie de transformaciones a todos lo nive...