La
Literatura Venezolana y la Cultura
Una de las maneras de fomentar el hábito lector en la
población venezolana es motivar al pueblo a leer y valorar la variedad de
intelectuales que engalanan las páginas de la literatura venezolana y,
paralelamente, garantizar el acceso a las diversas fuentes de lectura como una
contribución a nuestra cultura. La literatura es el
conjunto de los sentimientos, deseos, pensamientos, gustos y sentires del
hombre. Es la expresión escrita y la leída (por los otros) de una sociedad, de
un grupo. Sin lector no hay escritor y éstos toman un protagonismo particular
en los actos de la lectura y la escritura: hablar y escuchar, narrar y soñar.
El
habla hace la cultura, porque adquirimos una visión más amplia del mundo;
cuando intercambiamos entre nosotros y con los otros, a partir de la palabra y
de ese intercambio elaboramos conceptos de lo que nos rodea y construimos una
gama de tejidos significantes. La literatura se hace todo el tiempo: cuando
creamos giros de la lengua, expresiones más acordes con lo que necesitamos
expresar, cuando narramos una anécdota o recordamos un sentimiento; la
literatura es arraigo, permite que nos conozcamos, evita el aislamiento, y de
esta manera deja que seamos en el otro, reconociéndolo.
Un
lector competente es aquel que comprende lo que lee; sabe identificar,
reconocer y recordar lo que lee; interpreta lo que se dice y lo que se quiere
decir en el texto; valora tanto la forma como el contenido de lo que está
leyendo; es capaz de organizar y reorganizar lo leído en forma de resúmenes,
esquemas, mapas conceptuales u otros formatos. Cuando relacionamos la capacidad
lectora y la literatura como instrumento para ampliar nuestro conocimiento
acerca de nuestro país encontramos que:
Venezuela,
pese a la opinión superficial y fácil, tiene una larga y continua tradición de
crítica literaria. Habría que volver un poco sobre los aportes de Andrés Bello,
de Amenodoro Urdaneta (su estudio sobre el Quijote), de José Luis Ramos
(pensamos en su trabajo sobre el verso endecasílabo), del mismo Felipe Tejera
con todo y sus criterios de edificación moral (y la polémica respuesta de Pérez
Bonalde), de Luis López Méndez (su estudio sobre la novela de Gil Fortoul o las
poesías de Rafael Núñez, por ejemplo), del propio Cecilio Acosta (cuyo valioso
trabajo sobre la Influencia del elemento histórico-político en la literatura
dramática y en la novela habría que confrontar con estudios de similar temática
en Andrés Bello y Vendel-Heyl, por ejemplo), de Gonzalo Picón Febres y, en fin,
de tantos otros que ilustran el panorama fundacional de la crítica venezolana
en el siglo pasado. Si a ello se agregan los aportes posteriores, podría verse
un rico panorama, de variada jerarquía, claro está, pero que establece una
filiación histórica de lo que actualmente se hace, y muestra cómo la
intelectualidad nacional va elaborando una permanente respuesta - articulada a
las condiciones y a las ideas y valores de cada momento- a la necesidad de dar coherencia
y sentido a la producción literaria del país y del mundo.
El
modo en que estos y otros intelectuales ejercieron la tarea crítica debe ser comprendido
vinculándolos a las condiciones y necesidades de su momento. Y tan absurdo
sería juzgarlos por no corresponder a las exigencias de hoy como pretender
hacer ahora el mismo tipo de crítica que ellos ejercieron. En nuestros días,
otras son las necesidades y otras las exigencias. El crítico contemporáneo debe
responder a su época y en ella y desde ella estudiar y comprender la
literatura, la de hoy y la de antes.
En
Venezuela, y en América Latina en general, el estudio de nuestra fisonomía
cultural tiene caracteres urgentes de responsabilidad intelectual, y será el
crítico de hoy el que mejor cumpla la tarea de apropiación integradora e identificadora
de nuestros valores.
En
otro aspecto del tema, encontramos que el lenguaje tiene que ver con los valores
culturales, las tradiciones, las costumbres de una comunidad y entonces
observamos
grupos de palabras de uso formal e informal, relacionados con un mismo
significado, entre ellos se encuentran los refranes, sentencias que son
creaciones de un pueblo o comunidad para manifestar las vivencias, experiencias,
el modo de sentir, de entender las cosas, ello constituye una de
las
manifestaciones más representativas de nuestra tradición oral.
Así
vemos que aparecen creaciones llenas de ingenio, agudeza y capacidad de
síntesis
que a continuación puedes observar:
¡Al
que lo picó culebra bejuco le para el pelo!
¡Tanto
va el cántaro a la fuente hasta que se rompe!
¡Zamuro
no come alpiste ni gago come cacao!
¡Donde
ronca tigre no hay burro con reumatismo!
¡De
donde menos se piensa salta la liebre!
¡Saliendo
el payaso y soltando la risa!
¡A
caballo regalado no se le mira el colmillo!
¡El
que no pila no come arepa!
También
es importante destacar las manifestaciones de los pueblos indígenas, que se les
ha denominado “Literatura oral indígena” referidos a escritos anónimos transmitidos
oralmente; esta expresión le da justo valor al “arte de la palabra” y es que gracias
a un grupo de investigadores de nuestro país tenemos la oportunidad de conocer
la inmensa riqueza literaria como un valioso aporte al patrimonio nacional.
Gracias
al manejo de la lectoescritura, tú puedes leer lo que escribieron los hombres
del pasado, comunicarte con ellos y conocer lo que pensaban, hacían y sentían
los niños de otras épocas. Puedes también leer cuentos y novelas
contemporáneas, literatura indígena, diarios, revistas y lo que es más importante,
escribir tus propias historias reales o imaginadas y dejarlas impresas para
siempre, para que otros las lean hoy, mañana o en miles de años más.
¡De
donde menos se piensa salta la liebre!
¡Saliendo
el payaso y soltando la risa!
¡A
caballo regalado no se le mira el colmillo!
¡El
que no pila no come arepa!
También
es importante destacar las manifestaciones de los pueblos indígenas, que se les
ha denominado “Literatura oral indígena” referidos a escritos anónimos transmitidos
oralmente; esta expresión le da justo valor al “arte de la palabra” y es que
gracias a un grupo de investigadores de nuestro país tenemos la oportunidad de
conocer la inmensa riqueza literaria como un valioso aporte al patrimonio
nacional.
Gracias
al manejo de la lectoescritura, tú puedes leer lo que escribieron los hombres
del pasado, comunicarte con ellos y conocer lo que pensaban, hacían y sentían
los niños de otras épocas. Puedes también leer cuentos y novelas
contemporáneas, literatura indígena, diarios, revistas y lo que es más
importante, escribir tus propias historias reales o imaginadas y dejarlas
impresas para siempre, para que otros las lean hoy, mañana o en miles de años
más.
Actividades a realizar:
1.-
Escribe una entrevista ficticia a algún escritor venezolano de tu preferencia.
2.-
Trata de identificar los recuerdos de infancia en la escuela y escribe todo lo
que recuerdes de los dichos y refranes que más se utilizaban.
3.-
Si tuviese que escribir un cuento: ¿Qué temas te gustaría desarrollar? ¿Qué
región
de Venezuela investigarías para relatar tu historia?
¿En
qué aspectos pensarías para desarrollar tu imaginación e inspiración?
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